Info del viaje:
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Tour Santo
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Buenos Aires
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Incluidas en Itinerario
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Hoteles 3*/4* estrellas
DESCRIPCION
Descripción General: Esta peregrinación de 10 días lleva al grupo Bienaventurados por los escenarios bíblicos más importantes de la vida de Jesús, ofreciendo una experiencia de profunda cercanía espiritual con Dios. Desde Buenos Aires volaremos a Israel, sumando a fieles de otros países, para recorrer Nazaret, Galilea, Judea y Jerusalén, con misas en lugares históricos, momentos de oración guiados y visitas a sitios sagrados donde transcurrió el Evangelio. Nos hospedaremos en hoteles de 3*4 estrellas bien ubicados para los traslados diarios. Se ha planificado un itinerario equilibrado: suficiente tiempo en cada lugar sin perdernos ninguna experiencia esencial.
DURENTE TODO EL VIAJE IREMOS ACOMPAÑADOS POR UN TOUR GUIDE DE LA EMPRESA Y UN PADRE QUE NOS AYUDARA EN TODO MOMENTO A VIVIR ESTA EXPERIENCIA INOLVIDABLE.
✨ Destino: Tierra Santa (Israel y Palestina)
Un viaje espiritual al corazón de la fe cristiana.
📍 País principal:
Israel, con algunas visitas en territorio palestino (Belén y Beit Sahur).
Tierra Santa es donde Jesús nació, vivió, predicó, murió y resucitó. Cada rincón respira historia bíblica.
🌍 Destinos clave del viaje:
🕊️ Tel Aviv – Jaffa – Cesarea – Haifa
Primera llegada y bienvenida a Tierra Santa.
Jaffa: lugar de la visión de Pedro.
Monte Carmelo: profeta Elías y vista al mar.
🌄 Galilea y alrededores
Nazaret: lugar de la Anunciación.
Caná: renovación de votos matrimoniales.
Monte Tabor: Transfiguración.
Mar de Galilea: paseo en barco.
Cafarnaúm: ciudad de Jesús.
Monte de las Bienaventuranzas.
Río Jordán: renovación del Bautismo.
🏜️ Judea – Valle del Jordán – Jericó – Betania – Mar Muerto
Jericó: ciudad más antigua del mundo.
Qasr al-Yahud: lugar del Bautismo de Jesús.
Betania: tumba de Lázaro.
Tiempo libre para flotar en el Mar Muerto.
🕍 Jerusalén y Monte de los Olivos
Getsemaní: Huerto de la Agonía.
Monte de los Olivos y Ascensión.
Muro de los Lamentos.
Vía Dolorosa y Santo Sepulcro.
Cenáculo: Última Cena.
Misas en lugares santos.
✨ Belén y Ein Karem
Nacimiento de Jesús en la Basílica de la Natividad.
Campo de los Pastores.
Visitación de María a Isabel.
Nacimiento de San Juan Bautista.
Itinerario Detallado
Embarcamos en un vuelo nocturno desde Buenos Aires hacia Tel Aviv, llenos de expectación y con el corazón dispuesto para iniciar nuestro viaje espiritual. Noche a bordo.
- Notas espirituales: Durante el vuelo, se propone rezar juntos una oración de envío, pidiendo a Dios que bendiga esta peregrinación y la convierta en una experiencia transformadora. Lectura sugerida: Salmo 121 (“El Señor te guarda en todos tus caminos”).
¡Bienvenidos a Tierra Santa! Al aterrizar en el Aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv, nuestro guía nos recibe para trasladarnos en autobús de lujo. Comenzamos con un recorrido panorámico por Tel Aviv y la antigua ciudad portuaria de Jaffa, donde el apóstol Pedro tuvo la visión de los animales puros e impuros (Hechos 10:9-16). En Jaffa recordamos cómo Pedro comprendió que el mensaje de salvación era para todos los pueblos.
Continuamos hacia Cesarea Marítima, ciudad romana construida por el rey Herodes el Grande. Visitamos el anfiteatro romano y los restos de la fortaleza de los Cruzados. Aquí el apóstol Pablo fue encarcelado antes de ser enviado a Roma (Hechos 23:23-35). Esta parada nos conecta con la expansión del Evangelio hacia occidente.
Luego subimos a Haifa, en el Monte Carmelo, donde el profeta Elías desafió a los falsos profetas de Baal y el fuego de Dios descendió (1 Reyes 18:20-40). Visitamos el Monasterio carmelita de Stella Maris, venerando la cueva del profeta Elías. Disfrutamos la vista panorámica de la bahía de Haifa y los jardines persas de la fe Bahá’í.
Por la tarde, nos dirigimos a Galilea. Cena y alojamiento en un hotel 4★ en Tiberíades o un pintoresco hotel kibutz a orillas del Mar de Galilea. Allí celebramos una Misa de apertura de la peregrinación, agradeciendo la llegada segura y consagrando los días por venir.
- Notas espirituales: Jaffa nos recuerda la universalidad del Evangelio (Hechos 10) – pedimos apertura de corazón a las sorpresas de Dios. En el Carmelo, meditamos sobre la fidelidad de Elías y cómo escuchar la voz de Dios en el silencio (1 Reyes 19:11-13). Por la noche, junto al Mar de Galilea, contemplamos las mismas estrellas que vieron Jesús y sus discípulos en esta tierra santa.
Tras desayunar, partimos hacia Nazaret, la aldea de la Sagrada Familia. Ascendemos primero al Monte Tabor, el monte de la Transfiguración. Allí visitamos la hermosa Basílica franciscana de la Transfiguración, cuyo altar se alza sobre la roca que, según la tradición, fue testigo del cambio de aspecto de Jesús frente a Pedro, Santiago y Juan. En este lugar elevado, revivimos aquel momento en que Jesús se reveló en gloria y los apóstoles escucharon la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo” (Lucas 9:28-36). Nota: El ascenso final al monte se realiza en taxis especiales debido a la pendiente pronunciada. Celebraremos aquí una Misa matutina recordando la Transfiguración, pidiendo al Señor la gracia de transformarnos interiormente durante esta peregrinación.
El histórico Huerto de Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos en Jerusalén. En este jardín milenario, con olivos antiguos, Jesús oró intensamente antes de ser arrestado (Mateo 26:36-46), y hoy es lugar de oración para peregrinos de todo el mundo.
Descendemos del Tabor y nos dirigimos a Caná de Galilea, pueblo del primer milagro público de Jesús. Visitamos la Iglesia de las Bodas de Caná, donde Jesús convirtió el agua en vino durante una boda (Juan 2:1-11) y manifestó su gloria por primera vez. Las parejas de esposos del grupo tendrán aquí la oportunidad de renovar sus votos matrimoniales, recordando las palabras de María: “Hagan lo que Él les diga”. Este es un momento emotivo para bendecir a las familias.
Continuamos a Nazaret, ciudad de la Anunciación. Recorremos la Basílica de la Anunciación, construida sobre la humilde casa de María, donde el ángel Gabriel le anunció que sería madre del Salvador (Lucas 1:26-38). En la Gruta de la Anunciación, con el altar que reza “Verbum caro hic factum est” (Aquí el Verbo se hizo carne), tendremos un espacio de oración para meditar el “sí” generoso de María. También visitamos la Iglesia de San José, que resguarda restos de lo que la tradición identifica como la casa-taller de la Sagrada Familia. Nazaret nos habla de la sencillez de la vida oculta de Jesús; caminamos por sus calles imaginando a Jesús niño jugando y creciendo “en sabiduría y gracia” (Lucas 2:52).
Al atardecer, nos dirigimos hacia nuestro alojamiento en un hotel 4★ en la región de Galilea (zona de Tiberíades/Nazaret). Cena incluida.
Notas espirituales: En el Monte Tabor contemplamos a Cristo glorioso; reflexionamos cómo podemos escucharlo mejor en nuestra vida. En Caná, oramos por la fortaleza y la alegría en el matrimonio y la familia. En Nazaret, nos inspira el “fiat” de María: consagramos nuestros propios proyectos al plan de Dios. Al final del día, un Rosario meditado en la Basílica de la Anunciación será oportuno, renovando nuestra confianza en la providencia divina.
Iniciamos el día muy temprano navegando en un barco por el Mar de Galilea, un momento pacífico para contemplar el mismo lago donde Jesús calmó la tormenta y caminó sobre las aguas (Marcos 4:35-41; Mateo 14:22-33). Mientras surcamos las tranquilas aguas, recordamos que aquí llamó Jesús a pescadores sencillos a ser “pescadores de hombres”. Al son de música de alabanza, tendremos una breve liturgia recordando los pasajes evangélicos del lago.
Desembarcamos y subimos al Monte de las Bienaventuranzas, en la costa noroeste del lago. En este entorno sereno, Jesús pronunció el Sermón de la Montaña con las Bienaventuranzas (Mateo 5:1-12). En la cima se erige una capilla octogonal que simboliza las ocho bienaventuranzas. Desde allí se disfruta una vista panorámica de Galilea. Hacemos una oración al aire libre meditando estas palabras que son el núcleo del mensaje cristiano, pidiendo vivir la sencillez, la misericordia y la paz que Jesús proclamó en este lugar.
Continuamos hacia Tabgha, sitio del milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Visitamos la Iglesia del Primado de Pedro a orillas del lago, donde Jesús, tras resucitar, se apareció a sus discípulos, les preparó desayuno y confirmó a Pedro como pastor de su rebaño (Juan 21:1-17).
A corta distancia está la Iglesia de la Multiplicación, que resguarda bajo el altar la roca donde Jesús colocó los panes y peces para bendecirlos, según la tradición. Los hermosos mosaicos bizantinos del piso representan cestos de pan y peces, evocando aquel milagro de providencia (Mateo 14:13-21). Allí reflexionamos sobre la generosidad y la confianza en Dios que nunca deja faltar lo necesario.
Visitamos Cafarnaúm, llamada “la ciudad de Jesús” en los Evangelios, pues aquí residió durante su ministerio en Galilea. Recorremos los restos de la antigua sinagoga donde Jesús predicó y realizó milagros, y vemos la casa del apóstol Pedro, identificada por antiguas inscripciones, sobre la cual se ha construido una iglesia moderna. Este es el lugar donde Jesús sanó a la suegra de Pedro y a muchos enfermos (Marcos 1:29-34). Celebramos la Santa Misa en Cafarnaúm, quizás al aire libre frente a las ruinas, agradeciendo la enseñanza y sanación que Jesús ofreció en este pueblo.
Por la tarde, nos dirigimos a Magdala, pueblo de María Magdalena. Allí se han descubierto recientemente una sinagoga del siglo I y otros vestigios que nos conectan con la devoción de las primeras discípulas de Jesús. En Magdala contemplamos la figura de María Magdalena, la “apóstol de los apóstoles” que fue la primera en ver a Cristo resucitado, renovando en nosotros la alegría pascual.
Finalmente, nos trasladamos al Río Jordán. Visitamos el sitio tradicional de bautismos en Yardenit, en la desembocadura sur del Mar de Galilea (o, si las condiciones lo permiten, Qasr al-Yahud más al sur, cerca de Jericó). Aquí los peregrinos podrán ser bautizados simbólicamente o renovar las promesas de su bautismo, sumergiendo las manos o recibiendo agua del Jordán en la cabeza. Recordamos el bautismo de Jesús por Juan el Bautista en estas aguas, donde se abrieron los cielos y el Espíritu Santo descendió como paloma. Este lugar atrae a multitudes de fieles de todo el mundo que desean revivir aquel momento fundacional de la vida pública de Jesús.
En una ceremonia sencilla, renovamos nuestras promesas bautismales, renunciando al mal y profesando la fe, mientras un sacerdote del grupo nos rocía con el agua bendecida del río Jordán. (Quienes lo deseen pueden vestir túnicas blancas sobre la ropa para entrar brevemente al agua hasta las rodillas, como señal de renovación). Nota: Este rito no es un segundo bautismo, sino un recuerdo consciente del único bautismo que ya recibimos.
Embarcación de peregrinos cruzando el apacible Mar de Galilea. En este lago Jesús calmó la tempestad y llamó a sus primeros discípulos, convirtiendo a humildes pescadores en “pescadores de hombres”.
Tras este día lleno de experiencias espirituales, regresamos a nuestro hotel en Galilea. Cena y descanso.
Notas espirituales: Navegando el Mar de Galilea, imaginamos a Jesús diciendo “¡No teman!” en medio de las tormentas de la vida. En el Monte de las Bienaventuranzas, pedimos al Espíritu Santo encarnar esas virtudes en nosotros. En Cafarnaúm, presentamos al Señor nuestras propias “parálisis” para que Él nos sane (Marcos 2:1-12). La renovación del bautismo en el Jordán es uno de los momentos cumbre: con el agua que tocó a Jesús, reavivamos la gracia bautismal, “porque todos los que hemos sido bautizados en Cristo, hemos sido revestidos de Cristo” (Gálatas 3:27).
Después del desayuno, dejamos Galilea rumbo al sur por el Valle del Jordán. Nuestra primera parada es Jericó, considerada la ciudad más antigua del mundo. Vemos el Monte de la Tentación a lo lejos, donde Jesús ayunó 40 días y fue tentado por el diablo. En Jericó recordamos también el encuentro de Jesús con Zaqueo: junto al sicómoro (higuera sicómoro) tradicional que conmemora aquel árbol, evocamos cómo el rico publicano se subió para ver a Jesús, y cómo su vida cambió al hospedarlo en casa (Lucas 19:1-10). Una breve parada nos permite contemplar las ruinas de la antigua Jericó que “cayó al son de trompetas” en tiempos de Josué.
Visitamos Qasr al-Yahud, el sitio en el río Jordán identificado en la ribera occidental donde Jesús fue bautizado (frente a Al-Maghtas en la ribera jordana). Este lugar, cercano a Jericó, estuvo cerrado por años debido a zonas minadas, pero en la última década fue despejado y reabierto a peregrinos. Aunque ya renovamos los votos bautismales en Yardenit, aquí hacemos una oración recordando ese momento y la humildad de Jesús al hacerse bautizar por Juan “para cumplir toda justicia” (Mateo 3:13-17). Tip opcional: A pocos kilómetros se encuentran las ruinas del monasterio de Qumrán, donde se hallaron los Manuscritos del Mar Muerto. Quienes lo deseen pueden hacer una breve visita para conocer la vida de los esenios y ver las cuevas de Qumrán en el desierto de Judea.
Continuamos hasta Betania, el pueblo de Marta, María y Lázaro, amigos entrañables de Jesús. Visitamos la Tumba de Lázaro, recordando cómo Jesús manifestó aquí su poder sobre la muerte llamando a Lázaro fuera del sepulcro (Juan 11:1-44). Celebraremos una Misa especial en Betania, dando gracias por la amistad y la vida nueva en Cristo. Cada peregrino puede traer intenciones por amigos o familiares enfermos, confiando en la intercesión de Lázaro y sus hermanas. También visitamos la iglesia franciscana que conmemora la casa de Marta y María, donde Jesús afirmó: “Yo soy la Resurrección y la Vida”.
Por la tarde, nos dirigimos hacia la zona del Mar Muerto, el punto más bajo de la tierra (unos 430 metros bajo el nivel del mar). Tendremos la oportunidad de experimentar sus aguas salinas únicas: ¡flotar sin esfuerzo en el Mar Muerto! Esta actividad es opcional pero muy recomendada para relajarse después de varios días intensos. Nota: Dispondremos de un lugar con vestidores y duchas. El barro rico en minerales del Mar Muerto es famoso por sus propiedades terapéuticas – algunos querrán aplicarlo en la piel. Mientras tanto, quienes prefieran, pueden descansar en la orilla o tomar un café contemplando el desierto que rodea este misterioso mar interior.
En ruta hacia Jerusalén, si el tiempo lo permite, podremos divisar la imponente fortaleza de Masada en la cima de un monte aislado en el desierto de Judea. Masada fue el último bastión de la resistencia judía en la revuelta contra Roma (año 73 d.C.), y su historia de valentía y tragedia resuena en la memoria del pueblo judío. Aunque no subiremos a Masada en esta peregrinación por tiempo, recordamos brevemente su historia mientras pasamos cerca.
Llegamos a Jerusalén al final del día. Subimos directamente al Monte de los Olivos para una primera vista panorámica inolvidable de la Ciudad Santa al atardecer. Desde este mirador natural vemos la Explanada del Templo con la Cúpula de la Roca dorada, las murallas de la ciudad antigua, los campanarios e iglesias… un horizonte sagrado que ha atraído a peregrinos durante siglos. Elevamos un canto de acción de gracias al divisar Jerusalén, tal como hacían los peregrinos cantando los salmos graduales: “¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la Casa del Señor!” (Salmo 121).
Nos acomodamos en nuestro hotel 4★ en Jerusalén. Cena incluida y descanso.
- Notas espirituales: En Jericó reflexionamos sobre la conversión de Zaqueo: ningún corazón está tan lejos que no pueda ser tocado por Jesús. En Betania, la fe de Marta (“Yo creo que tú eres el Mesías”) nos invita a confiar aun en medio del dolor. Flotar en el Mar Muerto nos hará sonreír, recordando que la alegría y el descanso también son regalos de Dios en un viaje espiritual. Al llegar a Jerusalén, dedicamos unos minutos en el Monte de los Olivos para orar por la paz de esta tierra (Salmo 122) y por nuestras intenciones particulares al entrar en la Ciudad Santa.
Por la mañana visitamos Yad Vashem, el Museo y Memorial del Holocausto en Jerusalén. Aunque no es un lugar bíblico, esta visita nos permite honrar la memoria de millones de víctimas inocentes y comprender la historia del pueblo judío en tiempos modernos. Caminamos en silencio por el memorial, encendiendo una vela en recuerdo de las vidas perdidas. Esta experiencia conmovedora nos prepara el corazón para valorar aún más el mensaje de amor y reconciliación de Cristo.
A continuación, nos dirigimos de nuevo al Monte de los Olivos. Hacemos una parada en la capilla de la Ascensión, que recuerda el lugar desde donde Jesús ascendió al Cielo cuarenta días después de resucitar (Hechos 1:9-12). Luego visitamos la cercana iglesia del Padre Nuestro (Pater Noster), donde Jesús enseñó a sus discípulos la oración del Padrenuestro. En sus claustros veremos placas con la oración dominical en más de 100 idiomas, señal del alcance universal de la fe. Rezamos juntos el Padrenuestro en español, unidos en intención con cristianos de todo el mundo.
Descendemos caminando parte del Monte de los Olivos siguiendo el camino que Jesús recorrió el Domingo de Ramos. Nos detenemos en la capilla de Dominus Flevit (“El Señor lloró”), con forma de lágrima, que marca el sitio donde Jesús lloró sobre Jerusalén, profetizando su destrucción (Lucas 19:41-44). Desde sus ventanales contemplamos nuevamente la ciudad, ahora recordando la pasión de Cristo hacia su pueblo. Continuamos descendiendo hasta el Huerto de Getsemaní, al pie del monte. Entramos al Jardín de los Olivos con árboles milenarios – algunos de estos olivos tienen varios siglos y podrían ser descendientes de aquellos que presenciaron la agonía de Jesús.
Visitamos la Basílica de la Agonía o Iglesia de Todas las Naciones, junto al huerto. Su interior penumbroso y el mosaico del ábside evocan la noche en que Jesús sufrió la agonía y oró al Padre que se haga Su voluntad. Frente al altar se venera la Roca de la Agonía, donde, según la tradición, Jesús se postró sudando sangre (Lucas 22:39-46). Tenemos un tiempo de oración silenciosa en Getsemaní para acompañar a Jesús en su hora de angustia, tal como Él pidió a sus discípulos “velad y orad”. Quienes deseen, pueden hacer aquí una Hora Santa breve, recordando la institución de este acto de reparación, pues aún hoy los peregrinos pueden solicitar orar una hora en Getsemaní durante la noche.
Celebramos la Santa Misa en el Huerto de Getsemaní, una Eucaristía muy especial al pie del Monte de los Olivos, ofreciendo la Misa por la paz en Tierra Santa y por nuestras propias luchas interiores, unidas a la de Jesús. Es un momento de mucha gracia comulgar en el lugar donde Jesús inició su pasión con ese “sí” al cáliz que el Padre le ofrecía.
Tras el almuerzo, nos adentramos en la Ciudad Antigua de Jerusalén por la Puerta de los Leones o de San Esteban. Visitamos la Iglesia de Santa Ana, una joya de la época de los Cruzados, famosa por su acústica. En ella se conmemora el lugar del nacimiento de la Virgen María, junto a la Piscina de Betesda donde Jesús sanó al paralítico (Juan 5:1-9). Cantamos un Ave María probando la resonancia especial de esta iglesia de piedra.
Caminamos hacia el barrio musulmán hasta el Muro de los Lamentos (Kotel), el lugar más sagrado para el judaísmo actual, pues es el último vestigio del Segundo Templo de Jerusalén destruido en el año 70 d.C.. Hombres y mujeres nos separamos para acercarnos a orar frente al Muro (se proveen kipás para los varones). Muchos colocamos discretamente pequeños papeles con nuestras intenciones en las hendiduras de la pared, uniéndonos a la antigua tradición judía de orar en este lugar santo. Momento personal: Cada peregrino dispone de unos 15-20 minutos para orar en silencio en el Muro de los Lamentos, presentando a Dios sus peticiones más profundas. Es conmovedor pensar que unos metros detrás de ese muro se alzaba el Sancta Sanctorum del Templo, donde la presencia de Dios habitaba entre los querubines.
Desde allí, comenzamos el Via Crucis por la Vía Dolorosa. Recorremos las calles estrechas de la Ciudad Vieja, marcadas con las estaciones del Vía Crucis, siguiendo los pasos de Jesús cargando la cruz hacia el Calvario. En cada estación, una breve lectura del Evangelio y oraciones nos permiten revivir la pasión: Jesús condenado por Pilato, Jesús encuentra a su Madre, el Cirineo le ayuda a llevar la cruz, la Verónica enjuga su rostro, las tres caídas, el encuentro con las mujeres de Jerusalén… hasta llegar al Gólgota. Este recorrido nos sumerge profundamente en el misterio del amor redentor de Cristo.
Culminamos en la Basílica del Santo Sepulcro, el sitio más sagrado del cristianismo, que contiene tanto el Calvario (Gólgota) donde Jesús fue crucificado, como la Tumba vacía de la Resurrección. Subimos primero al Calvario, tocando la roca bajo el altar en la capilla de la Crucifixión, donde estuvo clavada la cruz. Después descendemos a la Piedra de la Unción, donde según la tradición el cuerpo de Jesús fue preparado para el entierro. Finalmente, en pequeños grupos ingresamos al Edículo del Santo Sepulcro, la pequeña capilla que resguarda la tumba donde Jesús resucitó. Allí, en medio de cirios encendidos, cada quien puede arrodillarse unos instantes en el lugar exacto de la resurrección de Cristo – ¡momento cumbre de la peregrinación! Muchos experimentan una profunda emoción y paz interior en este breve contacto con la piedra del sepulcro vacío.
Celebramos una Misa vespertina de la Resurrección en el Santo Sepulcro (sujeta a confirmación de horario). En caso de no ser posible dentro del Edículo por cupo limitado, participaremos de una misa comunitaria en una capilla adyacente de la basílica. Es el punto culminante: la Eucaristía donde proclamamos la muerte y resurrección del Señor en el mismísimo lugar donde ocurrió. Un privilegio para cualquier cristiano.
Después de la misa, tiempo libre para veneración personal en la basílica o para compras de recuerditos en los bazares cercanos del Barrio Cristiano. Regreso al hotel en Jerusalén. Cena incluida.
- Notas espirituales: En el Monte de los Olivos recordamos la Ascensión: Jesús eleva con Él nuestra humanidad al Cielo. En Getsemaní, acompañamos a Jesús en su soledad – que no se duerma nuestro espíritu cuando el Señor nos pide orar. Rezar el Padrenuestro en el lugar donde fue enseñado le da un nuevo sentido a cada petición (“danos hoy el pan… perdónanos…”). El Muro de los Lamentos nos invita a la contrición y a la esperanza en las promesas de Dios; unimos nuestras oraciones a las de tantos hombres y mujeres de fe. Caminar la Vía Dolorosa cargando simbólicamente nuestras cruces nos hace partícipes del camino del Salvador. Y postrarnos ante la tumba vacía nos llena de fe: “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? ¡No está aquí, ha resucitado!” (Lucas 24:5-6).
Por la mañana salimos hacia Belén, situada a unos 10 km al sur de Jerusalén, en territorio de la Autoridad Palestina (Cisjordania). Tras pasar el punto de control, llegamos a la Plaza del Pesebre. Entramos en la Basílica de la Natividad, el lugar donde según la tradición nació Jesús. Esta basílica del siglo IV (luego modificada en el VI), patrimonio de la humanidad, tiene una entrada muy baja llamada la “Puerta de la Humildad”. Al agacharnos para cruzarla, recordamos la humildad del Hijo de Dios al encarnarse. En el interior, avanzamos hacia la Gruta de la Natividad, bajo el altar mayor. Allí, una estrella de plata de 14 puntas en el suelo marca el punto exacto donde María dio a luz a Jesús. Alrededor resuenan cantos en diversos ritos, pues este templo es compartido por iglesias católica, ortodoxa griega y armenia. Cada peregrino, de rodillas, puede tocar el borde de la estrella y orar en silencio: “Aquí el Verbo se hizo carne”. Es un instante sobrecogedor, especialmente para los que por primera vez visitan el lugar del nacimiento de Cristo.
Junto a la gruta de la Natividad está la pequeña Gruta de San José (donde se dice que el ángel indicó a José huir a Egipto) y la Gruta de San Jerónimo (donde este santo tradujo la Biblia al latín). También visitamos la adyacente Iglesia de Santa Catalina, desde donde se transmite la Misa del Gallo cada Navidad.
Celebramos la Misa de Navidad (Natividad) en Belén, independiente de la fecha del año – para nosotros hoy es como si fuera Navidad. Cantamos villancicos al ofertorio y ofrecemos en el altar todas las intenciones de nuestras familias. ¡Cuántas gracias pedir en este sitio santo! Al final, rezamos por la paz en Tierra Santa y en el mundo, recordando el cántico de los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
Vista panorámica de la Ciudad Santa de Jerusalén desde el Monte de los Olivos. Se aprecia la Explanada del Templo con la Cúpula de la Roca dorada, las antiguas murallas y la amalgama de iglesias y casas de la Ciudad Vieja. Desde este lugar Jesús contempló y lloró sobre Jerusalén, y aquí también ascendió a los cielos tras su resurrección.
Tras la misa, nos dirigimos a las afueras de Belén para visitar el Campo de los Pastores en Beit Sahur. En una cueva adaptada como capilla recordamos la aparición del ángel que anunció a los pastores el nacimiento del Salvador y cómo estos acudieron presurosos a adorar al Niño (Lucas 2:8-20). Este sencillo lugar evoca la pobreza y alegría de los primeros testigos de la Encarnación. Elevamos un canto de “Noche de Paz” en varias lenguas, experimentando la fraternidad universal en Cristo.
A mediodía regresamos a Jerusalén. Por la tarde, nos dirigimos al pintoresco pueblo de Ein Karem, en las colinas al oeste de la ciudad. Ein Karem es el lugar donde la Virgen María visitó a su prima Isabel tras la Anunciación, y donde tuvo lugar el bello encuentro que dio origen al Magníficat (Lucas 1:39-56). Ascendemos a la Iglesia de la Visitación, que conmemora ese momento; en sus muros exteriores leemos el Magníficat en numerosos idiomas. Damos gracias a Dios por todas las “grandes maravillas” que ha hecho en nuestra vida, al estilo de María.
Luego visitamos la cercana Iglesia de San Juan Bautista, construída sobre la gruta que la tradición señala como el lugar de nacimiento de Juan el Bautista, el Precursor. Allí hacemos una breve oración pidiendo ser, como Juan, testigos que preparen los caminos del Señor en nuestro mundo.
Regresamos a Jerusalén. Cena y alojamiento.
Notas espirituales: Tocar el lugar del Nacimiento de Jesús nos hace profundizar en el misterio de la Encarnación: Dios se hace niño pobre por amor a nosotros. Podemos consagrar ante la cuna de Belén a nuestros propios hijos, nietos y niños conocidos, para que Jesús los bendiga. En el Campo de los Pastores, pedimos la sencillez y apertura para escuchar la voz de Dios en la noche, y la prontitud para llevar la Buena Nueva a los demás. Ein Karem nos inspira a la acción de gracias: como María, reconocemos las maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas y renovamos nuestra alegría en Él, exclamando “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”.
Este día lo dedicamos a profundizar nuestra experiencia en Jerusalén, especialmente centrada en los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Temprano en la mañana, quienes lo deseen pueden participar en la Misa del Amanecer en el Santo Sepulcro (opcional, para madrugadores – alrededor de las 6:30 AM suelen celebrarse misas en diversas capillas del Sepulcro). Participar en esta Eucaristía es un privilegio especial: muchas veces se celebra en latín o inglés, junto con otros grupos internacionales. Recibir la comunión junto al sepulcro vacío renueva profundamente nuestra fe pascual.
Después del desayuno, volvemos a la Ciudad Vieja para revisar cualquier lugar importante que falte o repetir alguno para mayor devoción personal. Este día será más flexible, con acompañamiento del guía pero con ratos para piedad individual:
- Posibilidad de volver al Santo Sepulcro con más calma: rezar el Vía Crucis privado, subir al Calvario de nuevo, venerar la tumba con menos prisa.
- Visitar la Capilla de Santa Elena (dentro del complejo del Sepulcro, donde se encontró la Vera Cruz) y la capilla sirio-ortodoxa de Nicodemo.
- Algunos pueden querer pasar tiempo extra en el Muro de los Lamentos en oración.
- O visitar el cercano Barrio Judío, viendo el Cardo Máximo (calle bizantina) y la Sinagoga Hurva (por fuera).
- También se puede recorrer el Barrio Cristiano para compras: iconos, cruces de madera de olivo, rosarios de Tierra Santa, etc.
Como actividad conjunta, alrededor del mediodía nos reuniremos para visitar el Cenáculo, en el Monte Sión, si no lo hicimos ya. Este salón amplio – aunque austero y sin muebles – marca el sitio de la Última Cena de Jesús con sus discípulos y de la institución de la Eucaristía. También fue el lugar donde los apóstoles recibieron el Espíritu Santo en Pentecostés. Al estar allí, leemos el relato de la Última Cena (Lucas 22:14-20) y cantamos un himno al Espíritu Santo, pidiendo una renovación pentecostal en nuestro grupo “Bienaventurados”. Nota histórica: El Cenáculo se encuentra en un edificio que luego fue mezquita, por lo que aún se ven inscripciones árabes; hoy es propiedad del Estado de Israel, abierto a visitas pero no a celebraciones litúrgicas regulares.
Debajo del Cenáculo, visitamos la Tumba del Rey David (venerada por judíos en una sinagoga contigua). Y al lado del Cenáculo entramos en la Abadía de la Dormición (haciendo memoria de la Asunción de María), donde según la tradición la Virgen María “durmió” antes de ser llevada al cielo. En la cripta de esta iglesia benedictina vemos una estatua yacente de la Virgen dormida. Rezamos brevemente allí, encomendándonos a la Santísima Madre al acercarse ya el final de nuestra peregrinación, para que aquello que hemos vivido dé frutos duraderos en nuestra vida.
Tarde libre en Jerusalén. Se ofrece una excursión opcional para quienes deseen visitar Masada y el Mar Muerto (si no lo hicimos previamente): esto implicaría salir después de comer en vehículos contratados, subir a Masada en funicular para ver las ruinas del palacio-fortaleza de Herodes y las vistas del desierto, y luego un baño rápido en las aguas saladas del Mar Muerto. Sin embargo, muchos preferirán quedarse en Jerusalén en reflexión personal. Nuestro guía y coordinador espiritual estarán disponibles para acompañar a pequeños grupos en oraciones particulares: quizá rezar la Coronilla de la Divina Misericordia a las 3 PM en el Calvario, o un rosario caminando por las murallas.
Al caer la tarde, nos reuniremos todos para una Misa de clausura en Jerusalén, quizás en la Iglesia de San Pedro in Gallicantu (que conmemora las negaciones de Pedro y el arrepentimiento, en el sitio tradicional de la casa de Caifás) o en la Iglesia de Santa Catalina (junto al Santo Sepulcro, parroquia católica local). En esta misa daremos gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas durante el viaje. Cada peregrino podrá compartir brevemente una intención o acción de gracias especial.
Para la cena final, organizamos una Cena de despedida festiva en un restaurante típico, donde degustaremos comida local (hummus, falafel, cordero, vino israelí) y compartiremos un momento fraterno. Seguramente se intercambiarán abrazos, fotos y los últimos “¡Shalom!” entre los ahora amigos.
Alojamiento en Jerusalén.
- Notas espirituales: Este día es para integrar todo lo vivido. La oración personal en los lugares santos puede traer consuelo, perdón, inspiración nueva. En el Cenáculo, imaginamos a Jesús lavándonos los pies y nos preguntamos: “¿Cómo puedo yo servir mejor a los demás con amor humilde?” (Juan 13:1-15). Renovamos también nuestro amor a la Eucaristía: “Quédense conmigo… ¿No podían velar una hora?” (Mateo 26:40). Al concluir en la Dormición de María, ponemos todos los frutos de la peregrinación en manos de Nuestra Señora, la primera discípula. La alegría de la cena final en comunidad refleja que hemos caminado juntos no solo tras las huellas de Jesús, sino que hemos crecido como Iglesia, como hermanos y hermanas en la fe.
Por la mañana temprano subimos una vez más al Monte de los Olivos para despedirnos de Jerusalén desde las alturas. Tendremos una oración de envío en la pequeña Capilla de la Ascensión o en un mirador al aire libre. Leeremos Hechos 1:8-11, recordando las últimas palabras de Jesús: “Serán mis testigos… hasta los confines de la tierra”. Cada peregrino es invitado a compartir brevemente cuál fue el momento más significativo del viaje y cómo piensa ser testigo del amor de Dios al volver a casa.
Cantamos juntos un emotivo “Gracias, Señor” y entonamos el Himno de Bienaventurados (si el grupo tiene alguno propio), consagrando todo lo vivido a la gloria de Dios. Hacemos también una foto grupal con la panorámica de Jerusalén de fondo, para inmortalizar este momento.
Regresamos al hotel para tomar nuestras maletas. Dependiendo del horario de vuelo, dispondremos de unas horas libres adicionales por la mañana. Podría usarse para una última compra en el zoco, visitar alguna iglesia cercana (por ejemplo, la Iglesia Rusa de Santa María Magdalena en Getsemaní, reconocible por sus cúpulas doradas, si está abierta) o simplemente descansar.
A la hora acordada, partimos hacia el Aeropuerto Internacional Ben Gurión en Tel Aviv. En el camino, vamos cantando y rezando, con el corazón lleno de recuerdos imborrables. Asistencia en los trámites de embarque.
Emprendemos el vuelo de regreso a Buenos Aires (o cada quien a su destino final, según procedencia). Noche a bordo.
- Notas espirituales: La liturgia de la Ascensión nos envía a ser evangelizadores. Llevamos un pedacito de Tierra Santa en el alma; ahora la misión es transmitir esa paz y ese gozo a nuestras familias, parroquias y comunidades. Como los discípulos después de Pentecostés, volvemos a casa “llenos de la fuerza del Espíritu Santo” para dar testimonio de Jesucristo vivo.
Llegada por la mañana a Buenos Aires, concluyendo así nuestra peregrinación. ¡Bienvenidos de vuelta! Tras los saludos finales en el aeropuerto, cada peregrino continúa su viaje a casa con el espíritu renovado.
Sabemos que este no es un final, sino un nuevo comienzo: el impacto espiritual de haber caminado donde Jesús caminó perdurará en nuestras vidas. Al igual que los discípulos de Emaús, nuestros corazones ardieron al encontrarnos con Él en el camino (Lucas 24:32), y ahora regresamos alabando a Dios por todas las maravillas vistas y vividas.
Fin del Itinerario – “Bienaventurados los que viven un encuentro con Dios en los caminos de Tierra Santa”.
✅ EL PAQUETE INCLUYE:
- ✈️ Vuelos internacionales ida y vuelta desde Buenos Aires (consultar salidas desde otros países).
- 🧳 1 equipaje en bodega + 1 de mano por pasajero.
- 🚌 Traslados en autobús privado de lujo con aire acondicionado durante todo el viaje.
- 🏨 8 noches de alojamiento en hoteles 3/4★:
- 2 en Tel Aviv / Galilea
- 5 en Jerusalén
- 1 en vuelo de regreso
- 🍽️ Media pensión (desayuno y cena diaria en los hoteles).
- ✨ Guía turístico local en español especializado en Tierra Santa.
- 🕊️ Coordinador y guía espiritual acompañando al grupo.
- 🙏 Celebraciones religiosas y misas en los lugares santos.
- 🎧 Sistema de audio personal (auriculares) para escuchar bien al guía durante las visitas.
- 🎟️ Entradas incluidas a todos los sitios mencionados en el itinerario (iglesias, parques arqueológicos, museos).
- 🚤 Paseo en barco por el Mar de Galilea.
- 💧 Ceremonia de renovación del Bautismo en el Río Jordán.
- 🛂 Asistencia en aeropuerto y durante todo el recorrido.
- 🛡️ Seguro de asistencia al viajero internacional con cobertura médica y COVID.
- 📘 Kit del peregrino: credencial, libro de oraciones, porta documentos, identificación del grupo.
❌ NO INCLUYE:
- 🚫 Almuerzos (se deja tiempo libre cada día para elegir según gusto y presupuesto).
- 🚫 Propinas obligatorias (guía, chofer y hoteles): aprox. USD 10 por día por persona.
- 🚫 Gastos personales: lavandería, bebidas, compras, etc.
- 🚫 Excursiones opcionales no detalladas en el itinerario (ej: Masada o actividades adicionales).
- 🚫 Tasa local en algunos hoteles (si aplica – se paga directamente en destino).
- 🚫 Test o documentación sanitaria (si llegara a ser requerida por cambios de normativa internacional).
Preguntas ?
No.
Los ciudadanos argentinos no necesitan visa para ingresar a Israel por turismo. Se puede permanecer hasta 90 días sin necesidad de gestionar visado previo.
Pasaporte válido con mínimo 6 meses de vigencia.
Pasaje de regreso o de continuación de viaje.
Reserva de hotel o carta de invitación (si aplica).
Seguro médico internacional que cubra asistencia en viaje (obligatorio desde 2022).
A veces pueden pedir demostrar fondos suficientes (ej: tarjeta de crédito o efectivo).
👉 No hay visa separada.
Belén está bajo control palestino, pero se entra desde Jerusalén con el mismo pasaporte y se vuelve el mismo día. El guía y el chofer están acostumbrados a este paso y se hace de forma muy fluida. Solo se pasa un puesto de control de seguridad.
Israel ya no sella el pasaporte al ingresar. Te dan una tarjetita azul con tus datos y fecha de ingreso. Esto evita problemas si más adelante querés viajar a países que no tienen relaciones diplomáticas con Israel (como Líbano o Siria).
NO HAY PROBLEMA adaptamos el costo para cada pedido especial!
Mapa y recorrido
